Las declaraciones del presidente Evo Morales sobre la necesidad de crecimiento poblacional y la prohibición del uso de preservativos para lograrlo, así como la idea del diputado de la bancada del MAS, Lucio Marka de crear un impuesto para las mujeres que no tienen hijos, y la exoneración de responsabilidades al padre que tuviera varios, no son –dadas las características del Gobierno actual– ni coincidencias, ni chistes, ni inocentadas. ¿Por qué? Veamos:

La preocupación del presidente Evo por el natalismo (doctrina que propugna políticas para conseguir una mayor natalidad en un Estado), no es un tema exclusivo de este Gobierno; por el contrario, es tan antiguo como la historia de la sociedad organizada y no tendría por qué llamarnos la atención. Sin embargo, revisando los hechos que hacen parte de esa historia mundial, evidenciamos que el natalismo tiene fines poco inocentes y benignos: Fortaleza bélica, disponibilidad de mano de obra abundante, y creación y dominio de una raza única (limpieza o higiene racial).

El dictador soviético Stalin, en 1944, creó el título de Madre Heroína y la Orden de la Gloria Maternal, títulos en reconocimiento a aquellas mujeres que tuvieran más de siete hijos. Casi medio millón de mujeres recibieron estas medallas junto a beneficios de carácter social y económico.

Por otra parte, en la Alemania de Hitler, los nazis pregonaron las advertencias de la “muerte nacional” planteadas por los demógrafos e intentaron revertir la tendencia de la caída en la tasa de nacimientos; así, tener hijos se convirtió en un deber nacional para los “racialmente aptos”. De esta forma, las medidas de salud pública para controlar la reproducción y el matrimonio, estaban destinadas a fortalecer el “cuerpo nacional” eliminando los genes de la población que representaban una amenaza biológica.

 

En 1936, se estableció la Oficina Central del Reich para Combatir la Homosexualidad y el Aborto, con el fin de redoblar los esfuerzos para la prevención de actos que obstaculizaran la reproducción. En un discurso de 1937 que asociaba la homosexualidad a la disminución de la tasa de nacimientos, el jefe de la policía alemana Heinrich Himmler afirmó: “Un pueblo de buena raza con pocos hijos tiene un boleto de ida hacia la tumba”.

Por otra parte, el fascismo italiano fue natalista y poblacionista, el propio Mussolini se destacó por tratar directa y repetidamente el tema demográfico como elemento clave en la construcción del Estado fascista. El dictador, impulsó políticas de aumento de la natalidad imponiendo impuestos extraordinarios a los solteros; también dedicó sus esfuerzos al adoctrinamiento de los jóvenes. El fascismo se estaba sumergiendo en el tejido de la sociedad italiana desde el ocio hasta la familia; desde la empresa hasta la mafia.

Los antecedentes impresos por estos regímenes totalitarios, nos enseñan que los seres humanos no podemos ser considerados instrumentos para lograr fines militares, económicos ni políticos.

Tener hijos o dejar de tenerlos es una decisión de la pareja, usar preservativos en el acto sexual también lo es; estas decisiones hacen parte de la libertad del ser humano, libertad que nadie puede quebrantar, libertad que está amparada en la Constitución Política del Estado Boliviano, los derechos humanos, los derechos reproductivos, los derechos sexuales y de las políticas de salud reproductiva.

En este sentido, como mujer manifiesto mi absoluto rechazo a las declaraciones de las autoridades bolivianas por considerarlas atentatorias a la libertad de las personas, misóginas, machistas y patriarcales.

Para estar a tono con los chistes y recomendaciones del primer jefe de Estado y de su Diputado, termino asegurando que a mi edad es imposible creer en la inocencia de…“sólo la puntita”.

La autora es comunicadora social: molmitos2010@gmail.com

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