Cuando por miedo o por no querer modificar ni un ápice las situaciones privilegiadas de las que gozamos, hacemos imposible la evolución, entonces la revolución empieza a gestarse y, en un momento dado, desencadena procesos irreversibles y, normalmente, violentos. El precio, aunque triunfe, siempre es alto en muertos, en heridos físicos y espirituales, en amaneceres amargos y turbios.
Sí: «No hay futuro -se menciona en la película «Saraband»- para un presente en el que sólo se habla del pasado». No lo olvidemos, hoy especialmente. No nos fiemos de los que quieren permanentemente asustarnos para procurar que todo siga igual.
Que todo siga igual, porque temen, precisamente, la libertad, la responsabilidad ejercida en un marco de valores que no son los que ellos han impuesto, «pro domo suo», desde hace ya demasiado tiempo.
Por ello, no desean las autonomías, que tanto beneficio han dado -como sucede en general en los estados federales- a nuestro país. Por ello desean volver a un poder central indiscutible en lugar de democrático, es decir, plenamente discutible.
Por ello sucede lo que ha sucedido en Túnez.
Por ello sucederá de nuevo lo contrario de los que se aupan desde la corrupción y la mentira gracias a andamijes mediáticos y de imagen, con la vista puesta en inmediatos intereses económicos o réditos electorales.
La evolución es la solución. Es una revolución sin héroes, porque los que son capaces de cambiar las situaciones merecen después vivirlas.
Los sistemas en que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres pueden mantenerse por el miedo y la publicidad engañosa. Se extiende su duración temporal… pero, de pronto, ineluctablemente, se desmoronan.
Seamos responsables. Evolucionemos a tiempo. No nos dejemos entretener más por un inmenso aparato mediático que nos obnubila.
Ejerzamos las «R» de responsabilidad…
Fuente: http://federicomayor.blogspot.com/2011/01/evolucion-revolucion.html