Mayor ZaragozaLa solución a los gravísimos desafíos que enfrentamos es más democracia, mejor democracia.
 
Y ello exige participación activa y conocimiento profundo de la realidad, que se dan especialmente en los ”educados”, es decir, los que actúan en virtud de sus propias reflexiones y nunca al dictado de nadie. Educación –no me canso de repetir esta inmejorable definición de don Francisco Giner de los Ríos- es “dirigir con sentido la propia vida”. Tener las alas sin lastres, adherencias, adicciones, para volar a contraviento, para plantar cada día, aún en tiempo desapacible, semillas de futuro, para avizorar, vigías del mañana, el porvenir, para procurarlo menos sombrío.

El artículo primero de la Constitución de la UNESCO establece que el resultado del proceso educativo deben ser personas “libres y responsables”. Educación para todos a lo largo de toda la vida. Para todos, no para unos cuantos. Y todos es muy peligroso, porque los educados no permanecerán impasibles, resignados, sometidos. No serán espectadores sino actores. No receptores adormecidos, distraídos,   atemorizados,   sino   emisores.   No permanecerán silenciosos ni silenciados. Expresarán, con firmeza y perseverancia pero pacíficamente, sus puntos de vista.

Con ciudadanos educados ya no habrá dogmatismo, extremismo, fanatismo, ya nada será “indiscutible” ni se obedecerá de forma inexorable. La educación vence la apatía, induce a la acción. Sí, la educación es la solución. No hay democracia genuina si no se participa, si los gobernantes y parlamentarios no son, de verdad, la “voz del pueblo”. Educación, pues, para la ciudadanía mundial, teniendo siempre presente el artículo 21/3 de la Declaración Universal: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público”.

Hoy se premia a quien mayor esplendor mediático aporta; se promueve a deportistas, escuderías, etc. con desmesuradas cantidades y deificantes actos de presentación por el más desmesurado todavía retorno audiovisual; se patrocinan acontecimientos según aconsejan los cálculos de las compensaciones previsibles…, y los ciudadanos, sin tiempo para pensar y promover sus verdaderas opciones, siguen como espectadores indulgentes los espectáculos que se les presentan. Tan acomodados llegan a sentirse como espectadores y receptores, tan obcecados, que pueden conocer sin inmutarse noticias sobre corrupción, sobre asimetrías intolerables, sobre hambre o niños-soldado.

Fuente y más información:

http://www.fund-culturadepaz.org

http://federicomayor-eng.blogspot.com

 http://www.economiasolidaria.org/noticias/de_subditos_a_ciudadanos_la_gran_transicion

 
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